Hoy, desperté más cansada que de costumbre, es que ayer estuve pensando en lo peculiar y extraño que es el mundo y la sociedad donde vivimos.
Recuerdo, hace no mucho tiempo, cuando era una niña, varias de las cosas que hoy son totalmente normales eran temas de tabú o cosas que se veían tan lejos que no valía la pena pensar en ellas; y cuando menos lo esperamos, estaban allí frente a nosotros y no teníamos cómo afrontar los dilemas que fueron surgiendo con el avance de la tecnología y el deseo de una mejor calidad de vida.
Entonces, empecé a darme cuenta que la sociedad tiene un poder casi mágico para modificar nuestros pensamientos y decisiones, si no estamos preparados. Por poner un simple ejemplo: “El Aborto”. Cuántos de nosotros no escuchamos sobre este acto y sin embargo después de una charla barata estuvimos a punto de cambiar de opinión.
La sociedad nos vende cosas e ideas que debemos cuestionar antes de asumirlas como propias.
Una mañana, salí a comprar un diario y vi una vez más esos titulares de asesinatos, suicidios, robos y violencia que parecen ser el pan de cada día y no causa extrañeza ni indignación. creo que, poco a poco, se va perdiendo dentro del ser humano esa sensibilidad y amor por los otros y, por qué no decirlo, por uno mismo.
No podemos negar que la Iglesia fundada por Cristo Jesús no está desligada de la sociedad, pues es claro que también muchos de nosotros nos vemos influenciados por amigos y compañeros que muchas veces no son la mejor opción a seguir. Sin embargo, gracias a nuestra formación ética y como católico-cristianos nos mantenemos en el camino que el señor guarda para nosotros. Lamentablemente, hay muy cerca de nosotros jóvenes que no cuentan con esta formación y se convierten en presa fácil de los vicios, que este mundo parece ofrecer con mayor frecuencia.
Soy católica y eso no me convierte en “zanahoria” “nerd” ni “la moja del salón” pero he aprendido a vivir contracorriente; contra de esa parte de la sociedad que cree que ser libre es hacer lo que uno quiere, esa que nos persuade a caminos de liberalismo, de ambición, de individualismo.
A lo largo de mi camino, aprendí a decir No ante propuestas de cosas que son “normales” para nuestra juventud, que sólo perjudican su sano desarrollo.
¿Por qué entonces si sabemos que algo está mal lo seguimos haciendo o permitimos que siga sucediendo? Pues es natural que nos guste el camino fácil, pero no siempre lo fácil será lo correcto y probablemente no aprenderás algo significativo. Lo que nos ha costado trabajo es lo que realmente valoraremos.
Es difícil, claro, y ¿Quién te dijo que es fácil? Aprende a decir NO, aprende a defender tus propias opiniones, pero infórmate bien sobre lo que vayas a opinar, se consecuente con tu forma de pensar y serás libre.
Debo levantarme de cama aún este cansada, pues sé que debo ser fuerte y seguir defendiendo lo que pienso; entonces estoy lista para seguir un día más LUCHANDO CONTRA CORRIENTE…
Patricia Cari Figueroa
Felicitaciones por el artículo. Es verdad, que nos cuesta decir No a algunas circunstancias, pero creo que es necesario...
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